Llevo muchos años dándome contra un muro. Por suerte, el muro va cayendo poco a poco, piedra a piedra, pero creo que aún queda trabajo por hacer para derrumbarlo del todo. Todavía nos cuesta dejar de relacionar la psicología con esa imagen peliculera de tumbarse en un diván y narrar tus experiencias infantiles, creyendo que el profesional que está a tu lado sólo escucha y no ayuda en nada. Aún falta por barrer la creencia de que sólo han de ir al psicólogo los que están locos o tienen depresión. Y si en los adultos somos reacios a acudir a este tipo de profesionales no te quiero ya contar lo que nos cuesta asumir que un niño los pueda necesitar. ¡Qué equivocados estamos!.
Desde que nos convertimos en padres, estamos ejerciendo un influencia psicológica en nuestros pequeños. Sin darnos cuenta, estamos influyendo en su genética, modificándola con las experiencias y vivencias que les proporcionamos. Lo hacemos constantemente, sin darnos cuenta. Y cuando somos conscientes de ello, muchas veces nos entran dudas, incertidumbres y temores sobre cómo repercutirán nuestros actos y nuestra actitud en su futuro.
Por eso no entiendo, cuando nos invaden esas dudas sobre nuestra forma de crianza, sobre cómo afrontamos los retos que nos surgen cada día como padres, no comprendo porque somos tan reacios a consultar, a dejarnos asesorar. No estoy diciendo que cada pequeño avance de nuestros retoños tenga que ser consultado, sino que en ocasiones, cuando nos sentimos indefensos ante lo que nos parece un gran problema real, tal vez sería más conveniente pararnos a respirar y abrir la mente a los consejos que un profesional psicopedagogo o psicólogo nos pueda ofrecer.
He visto casos en los que un niño ha sufrido por algo insignificante, algo que le turbaba y que no sabía como afrontar, y que sus padres sin saber tampoco cómo hacerlo, se cerraban en banda a cualquier consejo que no fuera lo “tradicional”: mano dura, ignorarlo, restarle importancia, el socorrido ya se le pasará… ¿No sería más fácil y sano, dejarse guiar por alguien que te oriente para salir de ese atolladero que te ahoga cada día?. Sí, lo sería. Pero nos negamos a reconocer que hay ocasiones en las que necesitamos ayuda.
Recuerdo cuando me licencié, la frase con la que nos despidió un profesor, “sabéis más de lo que creéis, pero menos de lo que necesitáis”. Esta frase suelo aplicármela en muchos ámbitos de la vida, y también en el de la maternidad. En el momento que pasas a ser padre o madre de, tu instinto tu demuestra que sabes mucho más sobre crianza de lo que crees, pero es cierto que por eso mismo, sabes menos de lo que necesitas. Aprenderás poco a poco, de la mano de tu hijo/a, creciendo juntos, influyendo el uno en el otro, aprendiendo de los que os rodean. Por eso, si en ese camino te encuentras con alguien que te pueda guiar, asesorar, orientar, no lo dudes, abre tus oídos, tu mente, tus perspectivas y escúchalo. Más tarde podrás valorar si sus ideas son útiles para ti, pero no cierres la puerta a la oportunidad de adquirir una nueva visión de la realidad.
Y es que la psicología es mucho más que contar problemas a un oído ajeno. La psicología es, entre otras cosas, poder sacar el máximo potencial de una persona.
¿Qué opinas de los psicopedagogos y psicólogos respecto a los niños?
*Post Patrocinado
6 comentarios
Ya sabes que estoy totalmente de acuerdo contigo. Es que tengo amigos que hasta han dejado de contarme cosas porque soy psicologa!!!
Y cuando UNMF entró al cole que tan mal lo pasó, muchos no entendían porqué me dirigí al psicólogo del centro “si UNMF no tenía ningún problema”.
Por suerte esto ya va cambiando, poco a poco pero cambia.
Creo que tienes toda la razón, pensamos que solo puede ayudar al niño cuando es muy evidente que tiene algún problema, pero no es así.
No he visitado a un psicólogo pero entiendo que si pueden ser de gran ayuda en este proceso de ser padres siempre y cuando sus orientaciones estén relacionadas con mi estilo de crianza
Yo soy muy simple para estas cosas, y no te crea tú que me fío mucho de los diagnósticos de este tipo en niños. Quizás estoy metiendo la pata, pero por otro lado creo que hay un exceso de diagnósticos hoy en día, y que niños que antes eran perfectamente normales ahora tienen que ser etiquetados, diferenciados y hasta medicados por cualquier minucia. Pero también es verdad que no me he visto en una situación que me haya hecho pensar que mi bichilla necesitase ayuda. Ya veremos si según vaya creciendo los problemas también aumentan con ella.
Yo tengo un absoluto desconocimiento sobre este ámbito. Yo necesité ayuda en una ocasión por un problema y acudí a un especialista, que sí me ayudó. Pero mi problema se solucionó cuando yo fui realmente consciente de que lo tenía. Sigo pensando que no siempre la respuesta está en los demás sino en uno mismo.
Exactamente Carmen, hasta que no somos conscientes del problema no podemos hacerle frente. Es cada uno el que debe decidir que quiere cambiar. Yo lo que me refiero en este post es que con niños, ellos no son conscientes de que pueden tener un problema, y en esos momentos hay que orientarles. Pero sobre todo, que tampoco pasa nada si en un momento dado no sabemos cómo afrontar una situación que nos preocupa, que está bien pedir ayuda a gente de confianza, un familiar, un amigo o porqué no, un profesional que nos pueda orientar.